25/3/14

FRANKFURT SANT JAUME vs CARLO PADIAL

No soy un tipo de repetir mucho, soy un tipo curioso que se aburre con facilidad, pero existen dos excepciones que evengo a destacar: Frankfurt Sant Jaume y Carlo Padial.

El Frankfurt Sant Jaume es un pequeño local, casi me atrevería a afirmar sin saberlo que el más pequeño de Barcelona, donde, generación tras generación, se sirven los mejores bocadillos de toda la ciudad. Sin discusiones posibles. Nunca en tan pocos metros cuadrados se había generado tanta felicidad sin sexo de por medio.
No os voy a decir donde está porque no quiero poner aún más fácil su localización y me las tenga que ver con una cola kilométrica cuando me apetezca comer allí.

Parroquiano con párroco
Carlo Padial, en cambio, no siempre está ahí de cara al público, a casi cualquier hora, aunque lo intenta vía Redes Sociales para poder demostrar al mundo que lo tiene que decir es muy serio, aunque haga risa. También es guionista, escritor, director de cine y parte vital de Los Pioneros del Siglo XXI. Además tiene una cartera de amigos de la farándula cinematoescritográfica que haría temblar al mismísimo Al Capone (se le ha visto de fiesta con Elijah Wood).

Jonathan Millán también estuvo allí
Tuve la suerte de que Carlo Padial me invitara a ver su último espectáculo en los Cines Maldà dentro del circuito "Malditos cómicos" donde, cara a cara, con posibilidad de agresión directa si hiciera falta, expone los motivos que le hacen ser como ser.
No voy a explicar mucho sobre lo que se trata en el monólogo (ese genero más sobado que el parrús de la Obregón) porque quiero que, en futuras ocasiones, vayáis a verlo. Pero solo os quiero adelantar que Carlo Padial se lo toma muy en serio esto. Tan en serio que casi todo se basa en la pura y cruda realidad.
Y aquí es donde me estalla la cabeza.
Yo, intento ser gracioso escribiendo guiones, inventando de la nada situaciones hilarantes que causen la risa, creando personajes que arranquen sonrisas cuando, sin yo darme cuenta, la realidad siempre supera la ficción.

Lo que yo creo que nos intenta vender Carlo es que, en si mismo, la realidad ya es por si misma absurda y, si sabemos encajar los golpes como un buen boxeador, graciosa. La vida es demasiado corta para comerse la cabeza con chorradas como emborracharse y hacer locuras de las que te puedas arrepentir, como para querer evitar a cierta persona para acabar descubriendo que esa persona en realidad es psicomago que organiza eventos sobre tarot y videncia, como para aceptar que se estaría mejor en un video de raperos norteaméricanos con negras moviendo el culo aceptando su destino.
A todos nos pasan cosas dignas de ser contadas y disfrutadas como un público entregado, como el que hubo en los Cines Maldà. Es de agradecer que Carlo Padial filtre su mierda y la comparta con el mundo, porque al fin y al cabo, si no nos reímos de nuestras própias desgracias… apaga y vamonos.

Y al igual que siempre me pasa cuando voy a Frankfurt Sant Jaume, al salir de ver a Carlo Padial, me quede con hambre de más. De mucho más. Porque cuando durante unos instantes te olvidas de lo demás y disfrutas de un momento especial, como es evidente, no quieres que se acabe nunca.
Así que solo espero que Carlo Padial pronto se decida a lanzarse a los ruedos y a torear la realidad con humor. Y que vosotros estéis allí para verlo.

El taburete rojo