Me parece muy representativo que se trabaje en un día con carácter tan festivo. Toda mi santa vida he trabajado en curros de mala muerte más o menos satisfactorios y siempre me he perdido el 80% de las actividades que se organizan y a las que me encantaría asistir porque me encanta leer, conocer a la gente detrás de las obras, asistir a situaciones especiales… cosas reservadas a jubilados, jefes con horarios autoconfigurables o, desgraciadamente, gente en paro. Por suerte, siempre hace buen tiempo.
Ahora mismo estoy en una situación bastante crítica en mi extensa vida laboral, y a duras penas y haciendo malabares con la tarjeta de crédito puedo con mi sueldo SIMPLEMENTE cubrir mis gastos fijos. He tenido que rechazar celebraciones por no poder asistir a las mismas sin ni siquiera un Xibeca debajo del brazo. Es triste pero es así.
Si queréis haceros una idea de lo que estoy pasando, podéis preguntarle a los amigos espirituales de FNAC que han organizado una huelga en este Feliz Sant Jordi porque el sueldo a jornada completa NI SIQUIERA CUBRE EL UMBRAL DE POBREZA. Y así quieren que los jóvenes seamos el futuro o algo.
Tocate los huevos.
Mi vida personal, por suerte, es más que excelente. Tengo a Andrea, que me da ánimos cuando me da bajón. A Ricken que nos ha cambiado la vida completamente en tan solo un año de tantas maneras que necesitaría otro blog para contarlo (me apunto esa idea) y también, por fin, estoy estudiando y desarrollando gracias al Podcast una de mis pasiones, la radio. Según quien lea esto puede pensar que no me puedo quejar. Ya, claro.
Así que en estas estamos, atrapado en un trabajo que me roba horas haciendo básicamente NADA productivo, que me paga una vergüenza de sueldo y que me amarga la existencia. Pero por suerte tengo trabajo, así que, en cierta manera, estoy agradecido.
Dinero no tengo, pero me sobra imaginación y cojones, por eso he podido regalarla a Andrea la rosa más especial que he podido conseguir.
Es una rosa hecha con mi propia sangre.
No quería dejar pasar la jornada sin regalarle nada al motor de mi vida, que bien se lo merece, así que puse a trabajar mi creatividad y creo que he hecho posible la rosa más personal jamás creada.
Dice tantas cosas a tantos niveles: el paralelismo con la leyenda y el origen de la Senyera, la desesperación por dejártelo todo y ni con esas no poder llegar, que sea una obra única imposible de volver a reproducir, el sacrificio que hago por querer cumplir con estas fechas tan señaladas para la catalanidad…
Casi no me lo creo que lo haya hecho yo. Pero es así.
Voy a acabar estas líneas con la esperanza de que recibáis el mensaje que quiero transmitidos, aquel que no describo explícitamente y dejo a vosotros reflexionar. Los mensajes importantes a veces están ocultos y son solo visibles para aquellos con voluntad suficiente para saber.
¡Ah! Y no os preocupéis por mi, estoy bien, estoy bien.
